Síndrome de Sensibilidad Química Múltiple: mito o realidad

 

La sensibilidad química múltiple es una discutida y supuesta enfermedad de causa desconocida, que provocaría respuestas anómalas frente a numerosos agentes químicos sintéticos, incluso a niveles muy bajos de exposición a tóxicos normalmente tolerados por la población.

 

 

No está reconocida por la OMS en la Clasificación internacional de enfermedades (CIE-10) como una enfermedad orgánica causada por exposición a agentes químicos y tampoco por la Asociación Médica Estadounidense (AMA), la Academia Americana de Alergias e Inmunología, el Colegio Americano de Medicina y la Sociedad Internacional Reguladora de Toxicología y Farmacología.1 Ensayos de doble ciego han mostrado que pacientes que sufren estas enfermedades reaccionan a los placebos, incluyendo el aire puro, igual de fuertemente que a los supuestos agentes químicos que provocan la enfermedad. Esto ha llevado a pensar que su origen pudiera ser principalmente psicógeno.

Si es reconocida por países como Alemania, Japón, o Austria, se le han dado muchos nombres alternativos para describir esta patología: enfermedad ambiental, enfermedad del siglo XX, síndrome de respuesta a las sustancias químicas, síndrome de alergia total, perdida de tolerancia inducida por químicos, hipersensibilidad química y electromagnética. Aunque es una patología de la que se habla especialmente a partir de finales de la década de 2000, se conoce desde mediados del siglo XX.

Nadie sabe cuántos enfermos de SQM hay en el mundo, aunque, según los doctores Miller Bell e Iris Bel, investigadores del SQM, sostienen la teoría que muchas personas están afectadas sin saberlo.

 

Puede provocar broncoespasmo y dolor pectoral, dermatitis, arritmias, problemas gastrointestinales, intolerancias alimenticias, dolor muscular y articular, fatiga extrema –astenia-, dificultad respiratoria, disnea, disfagia, cefaleas y migrañas, irritación y picor ocular, visión borrosa, dificultad en el acoplamiento -enfoque-, intolerancia al sonido, problemas neuro-cognitivos …) y alteraciones orgánicas afectando a hígado, metabolismo de las porfirinas, sistema inmune, sistema nervioso (cerebro, periférico y autónomo), etc.

La mitad de las personas afectadas manifiestan tener dolor de cabeza, debilidad, problemas de memoria, falta de energía, congestión nasal, dolor o compresión en la garganta y molestias en las articulaciones (de los sistemas nervioso central, neuromuscular, respiratorio, y esquelético, respectivamente). Alrededor de casi un tercio refieren otros síntomas de sistemas orgánicos como el dolor abdominal, náuseas, trastornos visuales, opresión pectoral. Todos estos síntomas son referidos por los afectados con una frecuencia mayor que la población en general, especialmente los que se refieren al sistema nervioso central, la piel, vías bajas del aparato respiratorio, y los generales de tipo sistémico.

 

Algunos ensayos clínicos pretenden demostrar que los pacientes de SQM reaccionan de la misma manera a las sustancias químicas que dicen que les afectan como a placebos, incluyendo el aire puro. Cosa que llevó a muchos a concluir que dichos síntomas tenían una causa psicosomática.

No obstante, desde otros sectores médicos se denuncia la existencia una campaña corporativa de las industrias farmacéuticas y químicas afectadas por las sustancias cotidianas conflictivas, cuya estrategia es “crear la ilusión de la existencia de controversia acerca de la SQM” en los medios de comunicación «culpando» a las víctimas o bien intentar crear la sensación que se trata de una extraña anomalía orgánica selectiva en algunas personas, en lugar de ser una enfermedad inducida por sustancias químicas; así como el intento de aplicar el término “idiopático”, que es extrapolable en sentido extenso, a otras enfermedades en las que se implica a las sustancias químicas y al impacto sanitario consecuente, como tipos de cánceres o el asma.